Creo que hasta la mañana del duatlón dejé de pensar en los triatletas como una secta. Antes, durante y al terminar el evento reconocí a gente que había visto ya en rodadas masivas y ¡hasta en la oficina! Con mis inocentes ojos de novata observé que las miradas que se intercambian en esas circunstancias contienen mucho de lo bueno...