Al terminar el duatlón, junto con mi medalla, mis plátanos y mi bebida isotónica, recibí ochocientos flyers con información sobre enemil eventos deportivos, pero uno me llamó la atención más que cualquier otro: el Gran Fondo Triple 3000 a Valle de Bravo. Se trataba de 138 Kms en los que había que subir tres puertos a más de tres mil metros de altura. Pensé que estaría padre hacerlo... algún día que tuviera mejor condición física (porque no era lo mismo que ir a Texcoco) y presupuesto. Por azares del destino, Erick, quien sí se había inscrito al magno evento, cayó enfermo y me cedió su número.
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Duatleta
Creo que hasta la mañana del duatlón dejé de pensar en los triatletas como una secta. Antes, durante y al terminar el evento reconocí a gente que había visto ya en rodadas masivas y ¡hasta en la oficina! Con mis inocentes ojos de novata observé que las miradas que se intercambian en esas circunstancias contienen mucho de lo bueno...