Sin sentido


Escribiré porque estoy desesperada. Llevo una racha de bloqueo mental que raya los dos años. Podría contar qué ocasionó tan malhabido estanco, pero los llevaría a través cosas tristes y una historia de amor que (parece) nunca tendrá un desenlace feliz. Los asuntos intensos y tristes los reservo para mi personal goce sadomasoquista. Son catalizadores de la fortaleza. (Por su comprensión, gracias.)

También podría escribir sobre mi emoción deportiva, y cómo es que me parece que Villa y los demás hijos prodigio del señor Del Bosque van a hacer que Alemania sufra en la final de la Copa del Mundo, pero la verdad es que soy una villamelón, y mi relación con las competencias y el deporte es puramente emocional: corro para sentirme contenta, prefiero a los LA Lakers porque es el equipo de Pau Gasol, quien es capaz de cantar en nombre de la beneficencia –y es español– y le apuesto a la Furia porque España ha conquistado mi alma de muchas maneras. Así que de eso tampoco voy a escribir.

Escribiré sobre mi crisis. Financiera. De fe. Vocacional. De identidad nacional. Crisis, a final de cuentas.
El mundo se ha acabado tal como lo conocíamos. Es decir, ¿Cuándo, en la vida pasada, se iba a pensar que Asia y Latinoamérica tendrían una mejor posición y proyección económica que Estados Unidos y la Eurozona? ¿Cuándo se hubiera pensado que el estado de bienestar y el gasto público iban a ser la condena de los países desarrollados –definidos como tal por estas mismas características– en un contexto de crisis?

Todo indica que Latinoamérica será un paraíso de crecimiento, con Brasil a la cabeza y sin llegar al extremo de Asia, que ya es un parque de diversiones y promete serlo durante mucho tiempo, gracias a miles de millones de jovencitos chinos e indios que hablan inglés y se graduarán en los próximos años. Es la oportunidad de los países “en vías” de terminar de desarrollarse. Habrá que ver si estas economías reflejan ese crecimiento en sus ciudadanos, con políticas públicas que mejoren su calidad de vida.

Estados Unidos, principal socio comercial del país que expidió mi pasaporte, tiene la más grande deuda pública aunada a un déficit moderado. Por fortuna, la nación de Lady Liberty está siendo congruente con las prácticas que le llevaron a dominar alguna vez el escenario económico mundial y sigue consumiendo bienes que, una vez más, por fortuna, fabrican mis paisanos.

México es el país que menos aportará al crecimiento de Latinoamérica. Sí, estamos ligados al futuro poco o nulo crecimiento de Estados Unidos, pero eso no es pretexto. No estamos teniendo demanda interna. Todo sube y nadie gana significativamente más. Sigue habiendo economía informal y las reformas que estimularían el crecimiento interno siguen en stand-by, pero luchamos tupido contra el narco. ¿Y si Obama tuviera una Epifanía y decidiera migrar a un estado de bienestar, o generar empleos al estilo del New Deal?, ahí sí, “que dios nos agarre confesados”. Sería buen momento para repensar aquello de no poner todos los huevos en una canasta, y detonar nuestras sociedades comerciales con Latinoamérica.

Y tras reflexionar todo esto, llego al mismo punto donde se atoraron los griegos: ¿yo qué pitos toco en este orden de ideas? ¿qué me toca hacer? ¿cuál es mi misión en esta vida? ciertamente, no compraré un coche. Ni una casa. No haré nada que me amarre a una ciudad o (perdón mamá, perdón diosito) un país en donde no estoy segura de querer vivir mi vida. No es que tenga prisa por descifrar el misterio, pero vaya que estoy desesperada, porque en el sector económico que me compete no se vislumbra crecimiento por ningún lado. “Crisis significa oportunidad”… está cabrón verlo así cuando tu regalo de graduación es una deuda superior a los 100mil pesos. (Bendito sea mi padre, que comparte esa responsabilidad conmigo).

Marx no estaba tan stoned cuando escribía aquello de que todo sistema lleva en su interior la semilla de su destrucción. Entonces, si el último gran suceso del siglo XX fue la caída de la quimera socialista, y el primero del siglo XXI es el colapso del capitalismo financiero… ¿qué sigue? ¿Un sistema económico basado en capital cultural? ¿una economía del conocimiento, donde el activo más importante sea la curva de aprendizaje de un individuo? Debo decir que lo del K cultural no me hace menos jodida, porque cualquier simio es licenciado o ingeniero, y los posgrados cuestan, pero sin duda es más alentador… y romántico, como yo.

5 thoughts on “Sin sentido”

    1. Gracias por comentar y por lo que expresan en sus comentarios. Tendré paciencia, y escribiré más seguido, lo prometo. Escribir es una de las cosas que más me gustan y para la que menos me hago tiempo. Desde ahí estamos mal. Un beso.

  1. HOLA MISS DENGLER:
    SIEMPRE ES BUENO QUE ESCRIBAS POR QUE A MUCHOS NOS ENCANTA LEERTE, NOS HACES PENSAR Y DISFRUTAR DE UNA BUENA LECTURA… DESDE TDQ… TE LEIA!
    SALUDOS! Y ESCRIBE POR Q REALMENTE TIENES FEELING PARA TRASPASAR TUS EMOCIONES Y SENTIMIENTOS A QUIENES TE LEEMOS.

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