Estoy a dos días de abandonar Madrid, y no quiero!
Ya conocimos al francesito que ocupará mi habitación el próximo lunes. No habla casi nada de español. Y a mis compis no les pareció nada bien que un chico sustituya a una chica.
Voy a extrañar mucho las noches de marcha, las largas caminatas de shopping, de turista, de amante de la naturaleza, el cine doblado, el Ballet Nacional de España, mis lecciones de Historia del Arte en vivo y a color, los “super” mercados del tamaño de un Sumesa, los parques-desierto con arena en lugar de tierra, las terrazas, los bocadillos, el café con hielo, el helado, las baguettes, el cola-cao, el metro, los autobuses nocturnos, los camioncitos de la basura, los policías guapísimos, los africanos huyendo de la policía, la prensa gratuita, la prensa del corazón, los programas de tv que critican a la prensa rosa, a Pilar Rubio, las noches en la terraza del chalet con la ‘familia’, los porros compartidos, la eternidad de la lavadora, la estufa eléctrica, el violín de Pedro (no es albúr, en serio toca el violín), el trash merol de Monti y sus aventuras en Vitoria, los cantos franco-raperos de Fabien en la ducha por la mañana y los piropos hermosos que te decía aunque estuvieras en pijama y los relatos de sus conquistas y los pelitos de su barba que dejaba en el lavabo, los rizos de Víctor y cómo inventaba nombres y su manera de hablar tan atropellada, las pecas de Michael, su cerveza negra y el pan alemán que me convidaba, la timidez de Elsa y las anécdotas de su pueblo, Laura Good y sus ojos desorbitados llenos de alegríala y su exceso de iniciativa, el olor de Laura la de Navarra, sus ojazos y sus admirables esfuerzos por sacarnos de nuestra adicción a internet e irnos de marcha o a tomar el sol o nadar en la piscina, a la araña patona que vivía en mi cuarto –e hijas, el tax free shopping, el agua de mondariz, la histeria de Merche Esmeralda, la doble ventana cerrada del Amor de Dios en pleno verano, el color aceitunado de la piel y los ojos de la gente, los emotivos encuentros con paisanos, amenizados con Coronas, mis viejas ilusiones, las despedidas.
De izquierda a derecha: Monti (o Morgan, o como quieran, el chiste es que empiece con Mo), su servidora, Laura de Navarra… responsable de que me perdiera en los vicios de Madrid; Michael, un skaterboy divino y germano; Víctor, español del norte, él bautizó a Monti como Morgan, y Morgan le dijo que con esa playera parecía gondolero; Pedro, originario de Málaga, es un Ingeniero el teleco super listo y suertudo… el que toca el violín.
Ea, esas son las fotos de la cena en familia. 😥