Woe is me!

Extrañaba la intensidad, y el fin de semana tuvo algo.

El sábado fui a ver el Ballet Nacional de España, que ofreció un programa doble a cargo de Luis Fernando, el director en turno y Ángel Rojas y Carlos Rodríguez (los coreógrafos de Furia)… nomás, pa que les de envidia. Y pffff. No sé cómo reseñar eso. Me sobrepasa.

Luego, salí con Laura, mi compi de piso (es una tía rara, pero me cae bien, y yo a ella. Como diría la Nana Goya: Dios nos hace y nosotras nos juntamos), a una discoteca que se llama Ananda. Volvimos a utilizar el metro para ir y regresar, como proletariamente debe ser. Hubo dos highlights: de regreso, en el metro venía un sujeto peculiar. Estaba absolutamente ido: en cuclillas, como dormido, se sostenía con un solo brazo para no caerse, pero poco a poco se ladeaba, hasta quedar completamente tendido sobre el piso, y toda la gente retrocedía, espantada y espectante a la vez. El tipo se reincorporaba e iniciaba el numerito de nuevo… y además olía a madres. Las drogas destruyen. Pero bueno, eso se ve en cualquier parte. Lo que me impactó fue verle, tatuados en la mano derecha, en la membranita entre el pulgar y el índice, cinco puntos, como si se tratara de un dado. En la primaria, una amiga me había compartido la leyenda, que la había contado su hermano, quien la había escuchado de un amigo del primo de no se quién que había viajado a Europa, que existía un club de los Five Points (nada que ver con el barrio de Manhattan), y que para pertenecer a esta honorable institución era necesario 1) robar, 2) matar, 3) violar, 4) traicionar y 5) algo más. Woooo.

Fue un momento extraño. Pude haber sentido que mis últimos segundos sobre la Tierra iban a transcurrir tristemente dentro de una estación de metro, pero el tipo estaba en condiciones tan deplorables que, de hecho, pensé que el Five Points Club atravesaba por una crisis severa. Llegué a casa y lo primero que googlée fue el tatuaje. El resultado me decepcionó un poco porque, según un estudio semiótico argentino, se trata de un tatuaje carcelario, en el que los cuatro puntos externos son los ladrones, que dan muerte a la policía, representada por el punto central, un poco más grande. Buuuu. Me quedo con la leyenda.

Ah, y el otro highlight: descubrí que me gusta El Canto del Loco. Bueno, sólo esta canción.

Y hoy, pues desperté toda marchosa, pero temprano, así que me acicalé y me lancé a Retiro para tomar un poco el sol. Comí mientras veía el trabajo de Stefan Sagmeister, quien ganó hoy una nueva fan, y después la vida me pasó un nuevo tipo de factura, que me hizo sentir como cuando te cancelan una función. Como cuando te dicen “nosotros te llamamos”, después de una entrevista de trabajo. Como seguro se siente la mercancía cuando los clientes insatisfechos la devuelven a los almacenes. No se burlen de mis metáforas. También me sobrepasa un poco. Así que esta es la rola que cierra el fin de semana. Esta versión y el video no tienen nada que ver con los suecos que la compusieron. Pero la chava está guapa, jaja. Les dejo la letra, para que practiquen el karaoke.

Today was a pretty day
No disappointments
No expectations on your whereabouts
And oh, did I let you go?
Did it finally show that strange things will happen if you let
them?

Today I didn’t even try to hide
I’ll stay here and never push things to the side
You can’t reach me cause I’m way beyond you today

Today was a pretty day
Autumn comes with
These slight surprises where your life might twist and turn
Hope to unlearn
Strange things will happen
If you let them come around and stick around

Today I didn’t even try to hide
I’ll stay here and never push things to the side
Today I didn’t even look to find
Something to put me in that peace of mind
You can’t touch me cause I’m way beyond you today

1 thought on “Woe is me!”

  1. Yo también había escuchado del club de los five points versión hardcore… qué chafa! Me acordé de cuando estuve en Viena. Una noche estaba esperando el metro y vi a una chavita de unos 16 años, con la lengua pintada de verde (como si hubiera chupado una paleta) totalmente perdida en el viaje. Apenas podía mantenerse en pie. Se me quedó viendo como si fuera el objeto más extraño que había visto en su vida, y luego llegó el metro y se le quedó viendo como si fuera lo más maravilloso del mundo. Y luego hizo lo mismo con su mano. Chale.

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